Autor: Carlos Andrés Espinoza Bardales
Históricamente, el territorio ha sido concebido como un lienzo en blanco a través del cual interactúan el capital, los recursos y las personas . Dicha visión economicista del territorio cimentó la praxis de diversas disciplinas, promoviéndose el diseño de infraestructuras monofuncionales e insertadas en un medio natural estudiado sólo por su valor monetario.
Tal paradigma viene siendo cuestionado a partir del auge de la ciencia ecológica a inicios del s. XX, revelando la interdependencia entre los elementos antropogénicos y naturales del ecosistema. De esta manera se concibe un territorio que no sólo funciona, sino co-evoluciona . Dicha interdependencia revela la influencia de procesos ecosistémicos en la productividad económica, en la reducción de riesgos (mediante estabilización de taludes, etc.), entre otros. Por ello, existen estudios que analizan el comportamiento de los recursos (especies vegetales, microrganismos, suelo, etc.) para brindar determinados servicios ecosistémicos que beneficien al hombre y al territorio a través de acciones de “infraestructura verde” .
La academia viene proponiendo la infraestructura verde como complemento y/o reemplazo de las infraestructuras convencionales, denominadas infraestructura gris. Esta propuesta se fundamenta en que la infraestructura verde presenta un menor costo de instalación y de mantenimiento, además de ser menos invasiva con el entorno y ofrecer múltiples beneficios . Por ejemplo, en el caso de la fitorremediación de suelo y agua, dependiendo de la cantidad y tipo de contaminantes a tratar, puede representar un ahorro entre 50% y 80% respecto de los tratamientos convencionales de residuos y contaminantes, los cuales emplean soluciones mecánicas, químicas, etc.
Por otro lado, la infraestructura verde otorga múltiples beneficios. Tomemos como ejemplo a la ciudad de Zarumilla que, según su Plan de Acondicionamiento territorial del 2013, se encuentra bajo riesgo de tsunami. Este riesgo puede aminorarse a partir del uso de manglares como barrera de protección reduciendo en 30% la altura de las olas por cada kilómetro lineal de manglar; además de otros beneficios como el secuestro de carbono, refugio de animales, etc. Sin embargo, los manglares están amenazados de extinguirse por la contaminación de los ríos producto de la falta de regulación de actividades mineras y langostineras.
Otro ejemplo se da en las lomas costeras de Perú donde existen poblaciones que viven en estrés hídrico; sin embargo, las depredan y pierden la posibilidad de capturar agua atmosférica. Al respecto, existe literatura que sustenta el uso de determinadas especies, como la Casuarina, como un potencial capturador de agua atmosférica debido a la morfología de sus hojas y lo denso de su follaje.
Últimamente, el país está promoviendo la ejecución de proyectos de infraestructura verde para la seguridad hídrica y de adaptación al cambio climático. Estas iniciativas integran los saberes ancestrales con los científicos, buscando desarrollar casos de éxito que puedan ser replicables en todo el país. El Perú es uno de los países más vulnerables al cambio climático y deberá promover e implementar la infraestructura verde como una opción sostenible, económica y ecoamigable para enfrentar los procesos antropogénicos y climáticos cada vez más impredecibles que afectan nuestras ecorregiones.
Información sobre el autor:
Arquitecto peruano egresado de la maestría en Arquitectura del Paisaje de la Harvard Graduate School of Design, con más de 4 años de experiencia en la formulación y desarrollo de proyectos de arquitectura y ordenamiento territorial sostenible en las etapas de preinversión e inversión. Su trabajo se desarrolla en la intersección entre el diseño de infraestructuras y paisajes funcionales, incorporando sus servicios ecosistémicos y definiendo estrategias hacia la seguridad hídrica, mitigación de riesgos y conservación natural. Actualmente, se desempeña como consultor en Desarrollo Urbano Sostenible en el Programa Nuestras Ciudades en el Ministerio de Vivienda en Perú.
Fuentes:
1. Sawyer, C. (2004) Territorial Infrastructure in MESH BOOK. Landscape/Infrastructure. Editado por Julian Raxworthy y Jessica Blood, Melbourne: RMIT University Press, p. 271.
2. Teivainen, T. (2001). Un dólar, un voto: Economicismo transnacional en el Perú (1.st ed.). Lima, Perú: DESCO - Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo.
3. McLoughlin, J. (1971). Planificación urbana y regional: un enfoque de sistema. Madrid, España: Instituto de Estudios de Administración local.
4. Consiste en la utilización de vegetación, suelos y procesos naturales para funciones tales como la gestión del agua de lluvia y la creación de ambientes más saludables. Este tipo de infraestructura ayuda a conectar entre sí las zonas naturales existentes y a mejorar la calidad ecológica.
5. Kennen, K. y Kirkwood, N. (2015). Phyto: Principles and Resources for Site Remediation and Landscape Design. Nueva York, Estados Unidos: Routledge.
6. Delgadillo-López, A.E. et al. (2011). Fitorremediación: una alternativa para eliminar la contaminación. Tropical and subtropical agroecosystems, 14(2), 597-612. Recuperado en 27 de noviembre de 2018 de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-04622011000200002&lng=es&tlng=es.
7. Spalding, M. et al. (2014) Mangroves for Coastal defence. Guidelines for coastal managers and policy makers. Nueva York, Estados Unidos: Wetlands International and Nature Conservancy.
8. Lummerich, A. y Tiedemann, K.J. (2009). Fog farming: Linking sustainable land management with ecological renaturation in arid areas by means of reforestation. Proceedings of the Tropentag 2009, University of Hamburg, Oct. 6-8 2009. Hamburg.