Autor: Alicia Ruiz
Especialista en Financiamiento para el Cambio Climático
El reciente reporte de la Comisión Global de Adaptación (GCA, por sus siglas en inglés) señala la necesidad inminente de una acción reforzada de la mano de una mayor inversión en adaptación a los efectos del cambio climático. Señala también que los diversos esfuerzos que los países han iniciado deben capitalizarse con mayor urgencia, innovación y escala; de manera que se eviten grandes costos económicos y humanos junto a un incremento de la pobreza que afecta el desarrollo de los países. Adaptarse entonces significa también crear condiciones para un mejor crecimiento y desarrollo, protegiendo la naturaleza, reduciendo desigualdades y creando oportunidades.
Una de las iniciativas en adaptación que tiene mucho potencial de expansión e impacto es el de microfinanzas para la adaptación basada en ecosistemas (AbE ), y que a través de programas tales como MEBA de ONU Ambiente muestran evidencia de casos de éxito; no sólo apoyando a las poblaciones más vulnerables a adaptarse a los efectos del cambio climático a través de buenas prácticas en el manejo sostenible de los ecosistemas, su conservación y restauración; sino también promoviendo el desarrollo sostenible de estas poblaciones apalancando recursos financieros provistos por entidades microfinancieras privadas.
Muchos deben preguntarse entonces, ¿por qué las microfinanzas funcionan para la AbE?
En primer lugar, es importante mencionar que existe una amplia investigación que demuestra que las poblaciones más pobres son las más vulnerables a los efectos del cambio climático, que suelen estar vinculadas a actividades como agricultura familiar, pequeña producción agropecuaria, pesca artesanal, etc.; todas altamente dependientes de la biodiversidad y de los servicios provistos por los ecosistemas. Asimismo, existe literatura que evidencia que la inclusión financiera (bajo la forma de ahorro, crédito, seguros, remesas, etc.) es una de las mejores formas de desarrollar resiliencia individual y colectiva a los efectos del cambio climático .
Las microfinanzas consisten en pequeños préstamos y donaciones otorgados a quienes no tienen acceso a las instituciones financieras tradicionales, como la banca comercial. En ese sentido, presentan una gran oportunidad de inversión ya que casi tres mil millones de personas en los países en desarrollo tienen poco o ningún acceso a servicios financieros formales. Eso representa un gran mercado para las instituciones financieras y también existe la posibilidad de que tres mil millones de personas sean más prósperas, tengan mayores activos, aumenten sus ingresos y reduzcan su vulnerabilidad al cambio climático y al estrés económico. Las microfinanzas también son fundamentales para empoderar a las mujeres, que representan el 68% de los clientes mundiales de microfinanzas. Las microfinanzas se presentan entonces como una herramienta muy atractiva para atender las necesidades de las poblaciones más cercanas a las prácticas AbE.
Las Instituciones Microfinancieras (IMF), a diferencia de la banca comercial, tienen la capacidad de manejar un alto volumen de transacciones de montos pequeños, por lo que pueden replicar múltiples acciones de pequeña escala que se traduzcan en grandes cambios. Asimismo, su ámbito de acción suelen ser los territorios aislados que no tienen presencia de la banca comercial. Esto se evidencia, por ejemplo, en los casos de 5 IMF en Colombia y Perú que, con apoyo del Proyecto MEBA, se han beneficiado de asistencia técnica para desarrollar metodologías crediticias ajustadas a la variabilidad climática, permitiéndoles innovar en la gestión del riesgo asociado e implementar productos financieros ajustados a las necesidades del cliente y relacionados a la AbE. Las IMF cuentan además con herramientas que favorecen una mayor expansión de estas prácticas, tales como una fuerza comercial presente en los territorios, sistemas de información detallados, alianzas con proveedores de tecnologías, entre otros. Este apoyo se ha traducido en más de 12 mil créditos otorgados para prácticas AbE, más de USD17 millones de inversión privada, más de 28 medidas AbE promovidas por las IMF, entre otros. Algunos de los beneficios percibidos por los receptores de microcréditos vía MEBA son una mayor productividad, calidad de productos, mayores ingresos para inversiones productivas, etc. Las IMF se benefician en incrementar su participación en territorios rurales, diversificando su oferta de productos financieros, mejorando sus procesos operativos y la calidad de su cartera crediticia .
En una segunda fase del proyecto, que se extenderá hasta el 2020, se espera trabajar hasta con 8 IMF no sólo en Latinoamérica sino también en África. Las microfinanzas para AbE son un ejemplo que los países en desarrollo pueden incorporar para incrementar la resiliencia de sus poblaciones más vulnerables, fomentando el desarrollo económico y una mejora en la productividad.
Disponible en: https://cdn.gca.org/assets/2019-09/GlobalCommission_Report_FINAL.pdf
[1] La Adaptación basada en Ecosistemas (AbE) es definida como la utilización de la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas, como parte de una estrategia más amplia de adaptación, para ayudar a las personas a adaptarse a los efectos adversos del cambio climático. Fuente: https://www.iucn.org/sites/dev/files/import/downloads/abe_2012_spanish.pdf
[1] http://unepmeba.org/
[1] Fuente: s://www.afi-global.org/sites/default/files/publications/2019-06/AFI_IGF_report_AW_digital.pdf
[1] Fuente: https://www.climateinvestmentfunds.org/sites/cif_enc/files/knowledge-documents/micro-finance_research_brief.pdf
[1] Bancamía, Crezcamos y Contactar en Colombia. Solidaridad y Fondesurco en Perú.